jueves, 21 de enero de 2016

Las Crónicas de El Fin de Disney #9: La Reina Malvada- Esclava del Espejo

9
La Reina Malvada: Esclava del espejo
Es tiempo de viajar al pasado, a una fría y tenebrosa tierra, donde la pobreza abunda y los únicos privilegiados son los nobles.
El reino se llamaba Hexxeland, y sufría una terrible hambre, gracias a una guerra que se producía con el reino vecino: Feenreich. Feenreich ganaba la guerra, y los habitantes de Hexxeland morían de hambre y estaban desesperados.
Nadie sabía por qué era esa guerra, y si alguien lo sabía, ya estaba muerto. Había pasado mucho tiempo desde que hubo paz en Hexxeland. 
En un pueblo del reino, donde todo era sucio y triste, vivía una pequeña familia. La madre, Ubel, había quedado viuda, pues su marido se había ido a la guerra, dejándola sola con dos hijos: una niña, y un niño.
El niño tenía doce años, y pronto iría a la guerra. Su nombre era Mutig.
La niña, de diez años, se llamada Grimhilde.
Ninguno de ellos era feliz. Para empezar, no tenían padre. Y Ubel, destrozada por la muerte de su marido se había tornado en una mujer fría, cruel e insensible.
Los golpeaba, y los trataba terriblemente mal.
Grimhilde y Mutig había tenido que aprender a vivir con los gritos de su madre, y los duros golpes con una varilla.
Pero aun así, se querían mucho el uno al otro, y se apoyaban en todo momento.
***
Un día, mientras Grimhilde preparaba la comida, pues su madre estaba borracha en la cama, tocaron la puerta.
La pequeña niña, de ojos azules y muy bellos, abrió la puerta.
Era un soldado.
-         ¿Está tu hermano Mutig aquí?
Se le hizo un nudo en la garganta y los ojos se le llenaron de lágrimas. Asintió lentamente.
-         Mutig, te buscan.
El niño, de cabello y ojos cafés fue a la puerta y puso cara de terror cuando vio al soldado en la puerta, pero no sintió miedo.
-         Adiós, Grimhilde.
-         ¡Debes despedirte de mamá!- dijo ella al borde de las lágrimas.
-         Tienes que venir ahora, Mutig- susurró el soldado.
Mutig aceptó y le dio un fuerte abrazo a su hermana, que lloraba con fuerza.
-         Promete que volveremos a vernos- susurró él- Ahora.
Grimhilde asintió.
-         Lo prometo, Mutig, volveremos a vernos. No importa que pase.
***
Grimhilde se volvió débil. La única persona que la quería se había ido, su madre se desquitaba con ella a diario, la golpeaba y azotaba.
Pero los golpes no eran lo que más le dolía. Lo que más le dolía era pensar que ni siquiera su madre la amaba.
Pronto, una oscuridad inmensa se apoderó de ella.
Quería ser amada, sin importar el precio.
***
Un día, su madre perdió los estribos.
Llegó a casa más borracha que nunca. Grimhilde cocinaba sopa de verduras.
-         ¡Grimhilde!- gritó ella furiosa.
La niña, con doce años ya, se acercó.
-         ¿Qué ocurre, madre?
-         Sé cómo acabar con nuestro sufrimiento.
Sacó una daga de un bolso de cuero.
La pequeña se cubrió la boca con ambas manos.
-         Sólo tenemos que morir- susurró Ubel con una sonrisa en el rostro, y se acercó con la daga.
Grimhilde corrió a la cocina.
-         ¡No, madre! ¡Sé que podemos ser felices! ¡Por favor no lo hagas!
Pero Ubel no se detuvo, le lanzó la daga a Grimhilde.
La niña lanzó un grito y cayó al suelo.
Entonces, vio como un rayo morado salía de sus dedos y golpeaba a su madre en el pecho.
Ubel cayó al suelo, muerta.
Grimhilde se miró las manos.
Ese fue el día en el que mató a alguien por primera vez.
Y el día en el que descubrió sus poderes.
***
Desde ese día vivió sola en el bosque.
Cazaba animales y no necesitaba a nadie más.
Hasta que lo conoció a él.
***
No se lo esperaba, el día que lo conoció era un día como cualquier otro.  Se llamaba Tragen. Siempre la tomaba desprevenida, y ese día no fue la excepción.
Tenía quince años, y cazaba en el bosque. Había sobrevivido sola todo ese tiempo. Dormía en el pasto.  Estaba por matar a un venado, pero una flecha lo alcanzó primero.
Ella se quedó atónita.
Entonces, lo vio.
Tenía cabello café. Corría detrás de otro venado.
Grimhilde se apresuró. No le ganaría éste.
Preparó su arco y apuntó.
Entonces él volteó a verla, y sonrió.
La chica casi cae de la impresión. Su mirada la había hecho temblar.
-         Lo siento- dijo él mientras se acercaba trotando- No sabía que estabas cazando por aquí.
Ella sonrió.
-         No hay problema.
-         ¿Te parece si cazamos juntos y nos repartimos lo que ganemos?
Y ella aceptó. Él siempre la convencía de todo.
***
Pronto se volvieron confidentes, acampaban juntos y cuidaban la espalda del otro al cazar, ambos tenían una historia difícil y dura. Tragen era un soldado que había huido del ejército después de no ser capaz de matar.
Grimhilde le había contado toda su historia.
-         ¿Tragen?
-         ¿Sí?- preguntó él mirándola fijamente.
-         ¿Puedo contarte algo y prometes que no me llamarás loca?
-         Claro, Grim.
Ella sonrió.
Luego su semblante se tornó serio.
-         Hay algo raro conmigo. No maté a mi madre con un cuchillo.
Tragen la miró confundido.
-         Grité, y cuando lo hice, un rayo morado salió de mis dedos.
Tragen la miró de nuevo.
-         Creo que soy una bruja- susurró ella.
-         Pero… ellas están casi extintas- murmuró él.
-         Lo sé. Pero… ¿qué otra explicación se te ocurre?
Le sonrió.
-         No lo sé. Pero aun así eres genial.
Ella soltó una carcajada.
***
-         ¿Sabes que amo de ti, Grimhilde?
La chica lo miró confundida.
-         ¿Qué?
-         Tu cabello.
La bruja sonrió.
-         Y tu sonrisa.
Entonces, se acercó y la besó. Grimhilde se quedó sin respiración y también lo besó lentamente.
***
Desde ese día se amaron aún más. Su relación era única, y él la amaba.
Al menos eso pensó ella.
***
Un día, Tragen se fue prometiendo volver pronto, pues Grimhilde no podía acompañarlo al estar enferma.
Cuando él regresó pensó que ella estaba dormida. Grimhilde escuchó que venía con alguien más y guardó silencio al escuchar susurros.
-         ¿Estás seguro de que es una bruja?
-         Muy- susurró él.
-         Entonces, tienes tu paga- le pasó una bolsa- Y ahora la mataremos.
Grimhilde se puso de pie inmediatamente.
Tragen venía acompañado de dos hombres corpulentos. Traían el uniforme de Feenreich.
-         ¿Qué ocurre aquí?
-         Tú novio te vendió por unas monedas- susurró uno de ellos.
-         ¿Es eso cierto?- preguntó Grimhilde.
-         Sí- afirmó Tragen- Lo hice, Grim.
-         No…
Los hombres se acercaron con espadas, dispuestos a matarla.
Grimhilde sintió como sus manos ardían, y unos rayos rojos salieron disparados a los hombres.
Miró a Tragen. No fue capaz de matarlo.
-         Si prometes no seguirme, te dejaré vivir- susurró ella al borde de las lágrimas.
Tragen la miró asustado, y Grimhilde salió corriendo.
***
Dos semanas después de ello, se cruzó con un enfrentamiento entre los soldados de Hexxeland y Feenreich. Se escondió detrás de un arbusto deseando que no la vieran.
Grimhilde nunca supo si fue el destino, o una cruel broma del cielo, pero escuchó su nombre.
-         ¡Mutig ha caído!- gritó uno de los soldados.
Grimhilde salió de su escondite. Su hermano estaba tirado en el suelo, con una flecha enterrada en el costado.
La bruja corrió y se arrodilló ante él. Tenía la misma mirada que de niños.
-         ¿Grimhilde?
Ella asintió, con lágrimas en los ojos.
-         Al menos pude verte antes de morir.
Grimhilde se cubrió la boca.
-         No vas a morir, Mutig.
Él la miró con dulzura.
-         Tienes que saber algo.
Ella lo miró atento.
-         Te están buscando. Quieren matarte.
-         ¿Qué?
-         Buscan a una poderosa bruja. Al parecer nuestro padre tenía sangre mágica. Lo leí en un pergamino que capturamos. Ellos no saben que él es nuestro padre, pues cambió su nombre, pero están detrás de ti, heredaste sus poderes y van a matarte por ello.
Mutig respiraba con dificultad.
-         Lo sé.
-         ¿Grimhilde?
-         ¿Sí?
-         Te amo.
Y entonces murió, en los brazos de su hermana, quién gritaba y maldecía. Lo había perdido todo.
***
Al fin lo había encontrado. Después de un año al fin lo había encontrado estaba frente a Tragen.
-         Te cortaste el cabello- susurró él.
-         Me recordaba demasiado a ti.
Tragen la miró.
-         Lo siento, yo...
-         No digas nada.
La abrazó con fuerza. Ella sonrió, maliciosa, y le enterró una daga en la espalda.
-         Pero… si yo te amaba…
Grimhilde le susurró al oído.
-         El amor no sirve de nada. Ya no necesito que alguien me ame.
Tragen cayó al suelo, muerto. Grimhilde se limpió la sangre de su mano mientras una lágrima silenciosa rodaba por su mejilla.
Ese fue el día en el que perdió la inocencia.
***
Después de mucho supo toda la historia.
Su padre había creado un espejo mágico, que se alimentaba de belleza, mientras más bella era la persona que lo usaba más poderes tenía el espejo, y si había alguien más bella que aquella persona el espejo perdía poder.
Él había muerto, hechizando  Grimhilde para ser la más bella, y la hechicera que usara el espejo.
Por eso, el rey de Feenreich destruyó Hexxeland, en busca de ese espejo y de la bruja que pudiera explotar su poder.
Tragen era uno de los hijos del rey, encargado de encontrar a la bruja que pudiera utilizar el espejo, y por ello la utilizó y entregó a los soldados.
***
Ella encontró el espejo, y se volvió muy poderosa.
Y tomó venganza.
***
Gracias al poder del espejo se infiltró en el palacio de Feenreich, y logró seducir al heredero del trono, quién aunque estaba casado, en secreto la veía y besaba.
Cuando el rey murió y él subió al trono, con su esposa y una pequeña hija llamada Blancanieves.
Grimhilde mató a la esposa del rey, y lo desposó.
Llevó a Feenreich a la ruina. Y secretamente le daba recursos al rey Ferdinand, de Hexxeland.
***
La mujer miraba a su espejo.
-         Espejito, espejito, ¿quién es la más bella de todas?- le hacía esa pregunta todos los días. No pensaba perder el poder.
-         Lo lamento mi reina, pero alguien ha superado su belleza.
Grimhilde lo miró furiosa.
-         ¿Quién?
-         Blancanieves.
Torció el rostro. Había pasado por demasiado para permitir que una princesa chillona le quitara el poder, y el trono.

-         Tengo que matarla.


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